Gilbo


Las Pintas y la Llerenes desde la arista del Gilbo.
Peña Vallarqué durante el descenso

Sobrepasé el mar de nubes y apareció un cielo 
magestuosamente brillante, donde las estelas
 de los aviones semejaban incandescentes espermatozoides
 enviados para fecundar el universo.

6/11/2017
Deseaba volver a recorrer la arista del Gilbo. Y quería hacerlo en esos días de otoño, cuando la luz se dulcifica y el paisaje se muestra cansado de una exultante primavera y de un agotador verano.

Pero no esperaba encontrar la cima inmersa en la niebla.

Sobrepasado Cistierna, una espesa niebla ha cubierto todo el paisaje y en los alrededores del embalse la situación no podría ser peor: "no se ve un burro a tres pasos".

Aparco en la explanada que hay antes de cruzar el puente de Riaño y pienso en otras alternativas, como ir a fotografiar gatos (monteses claro que para fotografiar de los comunes no hay que llegarse hasta aquí) pero me doy cuenta que aunque estuvieran en las praderas, no sería capaz a verlos.

Con las mismas me calzo las botas y cojo pista hacia Vallarqué.

El embalse está bajo, muy bajo y hasta donde llega la vista, los alrededores, con un nivel tan disminuido, dan pena.

Entro en el bosque y me dedico a fotografiar, ya que pienso que será lo único que podré hacer en toda la mañana. Con esas voy subiendo y fotografiando hasta que sobrepaso el hayedo y salgo a las praderías superiores. Me la sensación que la luz aumenta, miro hacia arriba y creo vislumbrar una mancha azulada entre la niebla. ESTA DESPEJADO!!!!!!

He cruzado el mar de nubes y mis ojos se han encontrado con la explosión de un sol límpido.

Desprendo la capa de modorra y emprendo con fuerza el ascenso hacia la arista que aún no llego a ver. Es preciso voltear y ascender por la ladera sur un corto tramo, marcado por sendero y gran cantidad de hitos.

Me vuelvo a encontrar con la arista del Gilbo. En esta ocasión con un alucinante mar de nubes que vela la vista del las aguas del embalse. La arista, que he recorrido un par de veces en distintos sentidos y que ayer veía en algunos de los vídeos de Youtube, haciéndome sudar las manos y temblar ante unos angustiosos precipicios que se desploman bajo las botas de los aguerridos montañeros que se atreven a pasar por semejante lugar. 

Y es que los objetivos gran angular tienen el defecto de deformar la visión. En este caso reducen el paso de la arista, así como las laderas, dando una sensación de precipicio donde no lo hay.

Desde el punto en el que alcanzo la arista, hasta la cima ya solo resta algo más de diez minutos.

Las Pintas, Llerenes, Yordas, Cueto Cabron, Espigüete, Pico Hato,..... un mar de montañas surgiendo de la niebla. Saboreo el momento, más, cuando había dado por perdida la mañana, disfrutando del paisaje y de la tibieza del sol.

Cuando decido arrancar, lo hago hacia la ladera norte, en busca de la collada Bachede y una vira que me devuelve a los prados altos de Vallarqué.





La niebla me vuelve a engullir a la entrada del hayedo, pero el sol ya esta alto y antes de alcanzar los bordes del embalse, la disuelve en su totalidad.

Es pronto, hay tiempo para llegar a comer a casa y para tomar el vermut en alguno de los bares que encontramos por la carretera camino de casa y que ahora abren sus puertas.





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La silueta del Gilbo llama poderosamente la atención desde la montañas de los alrededores.

Como desde la vecina cima del Jaido. A vista de pájaro el Gilbo presenta una dorsal que emerge de las aguas del embalse y asciende sin tregua hasta alcanzar la cima. 


O desde la ladera sur de Las Pintas, donde muestra la pendiente de su cara norte.










Una imagen muy distinta tiene el Gilbo desde el inundado valle de Anciles.

Pero es desde el propio Riaño donde el Gilbo nos muestra su cara más conocida. 

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Konico dónde vas con este día?
Hayedo de Vallarqué.



Superado el hayedo, salimos a las praderas.

Una sonrisa se dibujaba en mis labios. La felicidad pasaba como una soga por las palmas de mis manos. Tenía que cerrarlas y apretar con fuerza si quería retenerla, sabiendo que hacerlo con pereza me las quemaría.
Un centinela en la cima de Peña Vallarqué.


El grupo de montañas de los Jaidos.

Ya en la arista. Hoy no hay foto de los fiordos.


Coueto Cabrón, un faro en la niebla.
Poco resta a cima.

El último tramo.
La arista.


No me he quitado las botas. Son un monumento en memoria de un montañero fallecido.


Durante el descenso.
Jugando con la luz





Mucho tiene que llover!!!

Otros días por el Gilbo:  


Gilbo & Cueto Cabrón  




 Gilbo 









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